El azar quiso ayer que un Rallye impidiera el acceso al punto donde empezaba la quedada senderista que se había organizado hace meses, y también tuvo a bien sugerirnos un bar para desayunar donde un geólogo estaba montando una pequeña exposición. Tras entablar conversación con él, nos sugirió como alternativa a la ruta la ascensión a la antigua mina de plata de Bustarviejo, a solo unos pocos kilómetros de donde nos encontrábamos. De modo que a ese enclave nos encaminamos.

La mina de plata de Bustarviejo es uno de los muy pocos enclaves mineros de la comunidad de Madrid, aunque uno de los más grandes. Pese a estar fuera de servicio desde hace muchos años, su aceptable estado de conservación y el hecho de que disponga de galerías prácticamente horizontales ha hecho que el gobierno regional la elija para la creación del “Centro de Interpretación Geológico y Minero de la Comunidad de Madrid”.
La decisión fue anunciada en 2004 y se espera que esté terminado a finales de ese mismo año. Actualmente se sigue esperando.

La historia de la mina arranca bajo el reinado de Juan II de Castilla, a principios del S.XV, que promovió la búsqueda de vetas de minerales por la sierra Madrileña de Guadarrama. Sin embargo no es hasta dos siglos más tarde, en 1625, cuando se encuentran indicios suficientes que justifiquen la creación de un pozo minero en el valle entre el Cerro de la Braña y el de la Porquizuela. Pese a ello, se tardarían 20 años más en comenzar los trabajos de demarcación del mismo.

El impulso final al proyecto vino desde América. En 1660 un indiano volvió del nuevo mundo trayéndose la experiencia y los métodos utilizados en las ricas minas andinas, y se puso de forma autónoma a trabajar en la mina de Bustarviejo empezando por la construcción de un molino eólico de mineral, del que aún se conserva la torre (recientemente restaurada)

Torre de la mina

Su trabajo atrajo de nuevo la atención de Palacio, y en 1679 el rey Carlos II da carta blanca para la explotación de la mina. Y si bien fue el Nuevo mundo el que proporcionó al primer trabajador de la mina, fue el nuevo siglo el que trajo los primeros resultados, ya que las primeras extracciones documentadas de plata, datan de los años 1703-1705. Por desgracia, las segundas no sucedieron hasta 20 años después y fueron bastante efímeras. En 1740, tras demasiados años de seguía argentina, la mina es abandonada.

A mediados del siglo XIX, la escuela de minas realiza algunos análisis que desembocan en la demarcación de nuevas minas y la apertura de nuevos pozos, gracias a los cuales se consiguió en 1867 fundir plata de nuevo en Bustarviejo. La veta se explotó durante 5 años, y una vez agotada, la mina vio de nuevo cerradas sus puertas. Nunca más se volvió a extraer plata de sus túneles, aunque años después varias de sus galerías fueron saneadas para la extracción de arsénico. En 1928 la mina se declara impracticable y se abandona definitivamente para usos comerciales, si bien en los años 70 varios mineros asturianos estuvieron realizando varias exploraciones dejando la maquinaria como testigo mudo de las mismas.

Exprimidor de roca

A la espera de la creación del ya citado Centro de Interpretación Geológico y Minero, la mina es una muy buena excusa para un paseo por las empinadas laderas que a ella conducen. Días como el de ayer, enclavados en pleno otoño y con temperaturas alrededor de 0º, ofrecen un espectáculo de colores anaranjados y arroyos congelándose que compensa el hecho de no poder visitar el interior de la mina. De éste, sólo nos podemos hacer una idea gracias a la maquinaria minera que se ha dejado abandonada de mala manera expuesta en los alrededores.
Del paisaje y estos artefactos, hay (espero) sobrada información en esta galería de Flickr

_________________________________________________
Fuentes: