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El día que bailé con Matt
Si hay alguien en Internet que desata en mi emociones intensas es Matt Harding. Y no unas emociones cualquiera, sino dos tan opuestas y a la vez tan relacionadas como son la admiración absoluta y la envidia más cochina. Para quien no le conozca, si es que eso es posible a estas alturas de la vida 2.0, Matt Harding es un informático de Connecticut que orientó su trabajo a la programación de videojuegos, y para ganarse la vida con ello, viajó hasta Brisbane, Australia. En un momento dado, Matt llegó a la conclusión que aquello no era lo suyo y decidió volver a los Estados Unidos.
La primera decisión que cambió su vida fue la de no volver directamente, sino la de aprovechar que estaba en las antípodas para volver haciendo paradas en el sudeste asiático. La segunda decisión no la tomó él, sino un amigo cuando le propuso grabarle un video en Hanoi haciendo un baile chorra que Matt acostumbraba hacer. Después de Hanoi vinieron otras ciudades en la que se repitió la extraña escena, con todas esas escenas se editó un video, y ese video acabó por ser visto por millones de personas.
Después de ese viaje, allá por el 2003, una marca de chicles le patrocinó un segundo viaje en 2006. A ese le siguió un tercero en 2008, y el cuarto ha acabado hace apenas unos meses. El primero Matt lo costeo con sus ahorros, el segundo como ya he dicho fue patrocinado y también lo fue el tercero. Para el cuarto Matt ya era una celebridad 2.0, y aunque eso no te permite retirarte y vivir de los buenos recuerdos, sí parece ser suficiente para poder pagarte un cuarto viaje. De hecho Matt pretende vivir sus viajes, y no vivir de sus viajes. Este último no hubiera sido posible sin la ayuda de algunas organizaciones humanitarias, y Matt quiere devolverles el favor usando el alcance que pueda tener este vídeo para recaudar fondos para sus causas.
En su anterior video no pude participar, pese a que estuvo en la Plaza Mayor de Madrid. No recuerdo qué ocurrió, pero me quedé con las ganas de bailar con él. Por suerte, el itinerario que Matt dibujó para su última aventura incluía una parada en Barcelona, y ya que yo estoy empezando mi propia aventura aquí también, no iba a permitir que se me volviese a escapar.
El 30 de Octubre de 2011 a las 16h Matt citó en la Font Mágica de Montjuïc a quien quisiera acercarse. Las única restricción que ponía era que intentásemos llevar camisetas que no llevasen imágenes con copyright, para que nadie pudiera denunciar el video en Youtube por mostrar imágenes protegidas. Permitidme que me reserve lo que opino de una corporación capaz de hacer tal cosa. Pese a la advertencia apareció un chaval con una camiseta con el logo de los Cazafantasmas, y como si se hubiese adelantado en una lapidación, tuvo que irse a la última fila.
Y allí estábamos. Más de un centenar (y más de dos, yo creo) de personas con ganas de acompañar a Dancing Matt en lo que serían unos segundos en su nuevo vídeo. Nos hizo bailar su baile, hacer dos o tres coreografías sencillas (paso izquierdo levanta un brazo, paso derecho levanta el otro) y luego nos contó que para este cuarto vídeo quería hacer algún baile típico de cada lugar que visitaba. Así que tocó improvisar una sardana de cerca 200 personas, de las cuales la inmensa mayoría no tenía ni idea, y con auténticos negados para la danza infiltrados en el grupo (hablo de mí, por supuesto).
La ejecución de los pasos fue suficiente, en el sentido más calificativo de la palabra. La descoordinación y el descojone general no impidieron que el resultado global fuese válido para lo que Matt nos pedía, y en poco menos de una hora, el trabajo estaba hecho. El trabajo de grabación, claro. Porque en lo que Matt se refiere, a la sesión de baile le sigue la sesión de fotografía y firmas. Y no perdonó ni una. No hubo nadie que le pidiese una foto (por delirante que fuese la solicitud) que volviese a casa con un no por respuesta.
Este fin de semana ha salido a la luz el resultado de combinar todos estos metrajes de patosos dando saltitos alrededor del mundo. El resultado es conmovedor, y multiplica por dos los sentimientos que mencionaba al inicio. Qué grande hay que ser para poder dibujar sonrisas allá donde vas, y qué envidia que ese allá donde vas sean los rincones más dispares del planeta. Disfrutadlo.
Barcelana
Hoy me vais a permitir que rescate un viejo documento gráfico de mi antiguo blog. Es algo que haré de vez en cuando, porque hay contenido bastante chulo que, modestamente, creo que habría de ser recompartido una y otra vez.
Se trata de un bolso que me encontré a la venta en un puesto frente a la Sagrada Familia en septiembre de 2008. No creo tengan aún el stock a la venta, pero si vendieron algúna unidad, vayan por delante mis condolencias al comprador, porque a buen seguro alguien se ha reido de él en silencio. Fijo
Os voy a pedir disculpas por segunda vez, ahora por publicar un post tan corto en comparación con el resto de los de este blog, pero es que por muchas palabras que añada, creo que no existe manera de complementar una imagen tan elocuente.