Una fría mañana de Diciembre un avión de Iberia sobrevuela Toledo. El despejado cielo invernal permite distinguir a simple vista una ciudad en medio de las tierras de cultivo castellanas, envuelta por un río que no puede ser sino el Tajo. Gracias a esta referencia en tierra firme, los viajeros más reincidentes de la ruta ya saben que comienzan las maniobras de aproximación a Barajas. O no.
El avión se inclina en dirección opuesta y traza un círculo sobre Toledo. Tras 360 grados de giro y una nueva oportunidad de comenzar la aproximación, otro giro. Algo raro pasa.

Así, aunque en lenguaje menos literario, empezaba el relato que hoy me han contado a la hora de la comida. Un relato breve, irrelevante, pero que deja un poco más clara cómo está la situación en las torres de control de España 10 días después de que se decretara el Estado de Alerta, y las sensaciones que de ella se derivan.

Volvemos al espacio aéreo Toledano. Incluso los pasajeros sentados en el pasillo y que no ven dónde se encuentran perciben que el avión está dando vueltas en círculo. Puede que sea una congestión en Barajas, puede que haya algún problema de mal tiempo, aunque no lo parece. Finalmente, el comandante toma el micro y se dirige al pasaje. Se agradece, aunque no es habitual recibir explicaciones. El mensaje, que por desgracia no puedo transcribir textualmente, venía a decir lo siguiente.

Señores pasajeros, les habla el comandante. Nos encontramos iniciando la aproximación al aeropuerto de Madrid-Barajas. Desde tierra nos indican que por congestión nos retrasan 15 minutos el slot para el aterrizaje. El slot es el minuto que Torre de control nos da para tomar tierra. Normalmente son menos de 5 minutos, salvo en condiciones de mala visibilidad o de turbulencia.
Estos días Madrid-Barajas está aumentando el tiempo entre Slots, para mantener las condiciones de seguridad, dicen. A mí en lo que va de semana me han retrasado siempre al menos 10 minutos cada slot, obligándonos a esperar volando en círculo.
Por nuestra parte, el problema nos llega desde la compañía, que ve sistemáticamente retrasados sus vuelos y nos oblliga a “forzar más” durante el vuelo. Esto, además de la molestia por el retraso, ocasiona pérdidas a Iberia, ya que la aeronave está más tiempo en el aire y además tenemos que ir a mayor velocidad para compensar en la medida de lo posible el tiempo que perdemos en estas esperas.
Comenzamos ya con el descenso. Gracias por su paciencia y disculpen las molestias.

De modo que sí, gracias al control militar los controladores aéreos están funcionando con normalidad. Pero sutilmente, están haciendo pequeños gestos que como explicaba este piloto -que por lo que me dicen sonaba un pelín molesto- están empeorando el rendimiento del aeropuerto, con todo lo que ésto conlleva en un asunto tan medido al milímetro como es el negocio de la aeronavegación.
Ese pequeño gasto adicional de queroseno en cada vuelo, multiplicado por la cantidad de vuelos diarios que puede mover una compañía como Iberia hace más daño del que pueda parecer. Porque a una empresa le duele la imagen, pero donde más le duele es el bolsillo. Las indemnizaciones por retraso que estarán pagando son algo con lo que en cierto modo se contaba, esto no.

No sé si alguien más habrá padecido algo así en un vuelo estos días, o si será un calentón de boca del comandante de este vuelo concreto. Lo que parece es que, a su manera, los controladores siguen teniendo el control.