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Barcelana

Hoy me vais a permitir que rescate un viejo documento gráfico de mi antiguo blog. Es algo que haré de vez en cuando, porque hay contenido bastante chulo que, modestamente, creo que habría de ser recompartido una y otra vez.

 

Se trata de un bolso que me encontré a la venta en un puesto frente a la Sagrada Familia en septiembre de 2008. No creo tengan aún el stock a la venta, pero si vendieron algúna unidad, vayan por delante mis condolencias al comprador, porque a buen seguro alguien se ha reido de él en silencio. Fijo

Barcelana

Poco más se puede añadir…

 

Os voy a pedir disculpas por segunda vez, ahora por publicar un post tan corto en comparación con el resto de los de este blog, pero es que por muchas palabras que añada, creo que no existe manera de complementar una imagen tan elocuente.

Jeanneke Pis, la niña meona de Bruselas

En la coyuntura actual, oir mencionar a Bruselas enseguida hace pensar en rescates económicos, llamadas al orden de la comisión Europea y malas noticias en general. Pero hubo un tiempo hace no tanto en el que oir hablar de Bruselas hacía pensar en cerveza de la buena, chocolate, gofres y turismo de fin de semana. Siguiendo con esto último, si os pido dos cosas que ver en Bruselas ¿Que se os viene a la mente? Probablemente no me equivoque si apuesto por dos elementos de la terna Grand Place, Atomium y Manekken Pis.

Las tiendas de souvenirs nos dan la razón. La inmensa mayoría de figuritas para coger polvo en las estanterías y de imanes de nevera muestran la enorme y regular silueta del Atomium a escala, o la simpática estatua del niño meón por excelencia (también a escala, pero apenas 1:10, porque mira que es pequeño el crío…)

Sin embargo, el Manneken pis no es el único belga que derrama su pipí a las calles de Bruselas. (Y no me refiero a los fans de Anderlecht cuando tienen algo que celebrar) En un callejón cercano a la majestuosa Grand Place bruselense otra figura de piedra caliza riega con su orina la capital belga, solo que en lugar de hacerlo de pie mientras centenares de turistas se fotografían delante, lo hace en cuclillas y detrás de una valla. Se trata de Jeanneke Pis

Todo el mundo conoce al niño meón de Bruselas, pero pocos han visto a la niña meona

Jeanneke Pis, mojando Bruselas desde 1987

 

Esta desvergonzada señorita fue diseñada por Denis-Adrien Devoubrie, un bruselense que en 1985 decidió hacer una donación al barrio del Ilot Sacré, del que se sentía un orgulloso vecino. Se cuenta que Devoubrie dibujó en un mantel del papel el diseño de la pequeña Jeanneke, y solo tuvo que encontrar un artista capaz de plasmar su idea en caliza y esperar unos dos años para que finalmente, el 26 de Junio de 1987 (hace casi casi 25 años) Jeanneke fuese instalada. A diferencia de su “hermano” Manneken, que nació como parte de la red de suministro de agua de la ciudad, Jeanneke es meramente ornamental.

Placa conmemorativa de la colocación de Jeanneke

Placa conmemorativa de la colocación de Jeanneke

Imagen de Melissa en Beerly Belgium

 

La figura fue ubicada en el Impasse de la Fidelité (callejón de la fidelidad) donde aún hoy continúa, frente a la (relativamente) célebre cervecería Delirium Tremens. Al tratarse de un bien privado, se protegió a la incontinente jovencita con unas rejas. Frente a ella se instaló una pila que recoge su agüita amarilla, además de las monedas que lanzan los turistas con la esperanza de ver sus deseos cumplidos.

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Fuentes (de datos, no meonas)

Gramós, el pueblo que fue rehabitado

Hace unos pocos días, en el excelente blog Fronteras, Diego González publicaba una entrada hablando de pueblos que tienen exáctamente un habitante. La casualidad ha querido que hace sólo unos pocos más días, estuviese pasando el fin de semana en un pueblo que tiene exáctamente un habitante. Unhabitante, para ser precisos.

 

Gramós es una aldea en los pirineos de Lleida, situada en el Vall d’Elins que transcurre junto al rio Pallerols entre Sort y la Seu d’Urgell. Al carecer del tamaño suficiente para tener ayuntamiento propio, pertenece al municipio de Ribera de l’Urgellet. Se accede por una pista forestal al costado de la N-260, lo que le deja aislado de cualquier ruta comercial y lo convierte en uno de esos pocos pueblos de España que no tiene un bar. La escasa decena de casas que lo conforman, fueron abandonadas en los años cincuenta del siglo XX, por lo que apenas quedan unas ruinas de lo que fue.

Ruinas de Gramós

El estado de la mayoría de las casas de Gramós

Más ruinas de Gramós

Apenas quedan un montón de rocas en lo que antes fueron viviendas

 

Hace unos años, Ana, una de las antiguas nativas de Gramós decidió volver al pueblo. De hecho, no sólo volver, decidió hacerse con el pueblo y volver a ponerlo en el mapa. De manera que juntando unos ahorros, se hizo con todo el terreno rural perteneciente a la aldea y se censó en él, siendo en la actualidad la única habitante oficial. De esta manera ha conseguido que se restauren los accesos a Gramós, se han instalado generadores de energía renovable para el autoconsumo del pueblo, y ha aprovechado las praderas que dejan disponibles el bosque y las rocas para mantener huertos y una pequeña explotación ganadera. La legislación no le permite indicar en la carretera el acceso al pueblo, de manera lo único que deja constancia de la existencia del mismo es un único cartel particular situado detrás de la valla que limita su terreno, dificil de ver si llegas de noche.

Acceso a Gramós (Google View)

El acceso a la pista forestal privada que lleva a Gramós, y el cartel a su izquierda

 

Ana también ha rehabilitado la casa en la que reside y la casa contigua, bautizando esta última como  la Casa de Les Flors y convirtiéndola en un alojamiento rural. Gracias a los ingresos que obtiene del alquiler de la casa y a la ayuda de sus hijos, puede permitirse subsistir en el valle. El tiempo libre lo dedica a la elaboración de mermeladas y quesos caseros, que vende a los que se alojan en la casa y no puedo dejar de recomendarlos. Si estáis pensando en pasar un fin de semana en una casa rural en los pirineos de Lleida, puede ser una buena opción. Lo de saber que estás acompañando al único habitante en kilómetros a la redonda es un plus a la tranquilidad a tener en cuenta. Y el paraje donde se encuentra el renacido pueblo de Gramós es una delicia para los sentidos.

El paisaje al oeste de Gramós

A 30km en esa dirección, Sort